Buenas noches, días raros.

Un día de lo más inesperado, Juliet se levantó rápidamente de la cama intentando prometerse que aquello no estaba pasando. Había recordado algunas escenas de películas de amor con bandas sonoras que le hacían llorar cambiando la cara de la protagonista por la suya, e inconscientemente la del "acompañante" por su mejor amigo. ¿Por qué había pensado eso? ¿Y por qué Ed aparecía también en esa idea estúpida?

Ed era un tío alto, no precisamente fuerte, pero lo suficiente para hacerla sentir segura cuando la abrazaba. Tenía el pelo castaño, siempre despeinado y mal cortado; unos ojos marrones de lo más normales, no eran ni verdes ni azules, como siempre se suele contar, eran marrones, pero era el marrón más bonito que ella encontraría nunca. Tenía sus manías, bebía leche a morro del cartón, no bajaba la tapa de WC y tenía bastante "orgullo masculino"; pero siempre estaba ahí para todos los que le necesitaran, era un tío bastante legal.

Juliet era... una chica tonta, por definirla de algún modo. Y bueno, para variar estaba hecha un puto lío. Se sentía fatal por pensar eso, no quería cargarse la maravillosa amistad que tenían. Pero, a pesar de eso, esa estúpida sonrisa se le dibujaba en la cara cuando pensaba en su escena preferida. En realidad, aunque pareciese raro, complicado, una idea sin pies ni cabeza y ella no quisiera aceptarlo, le encantaría escuchar de su boca la mítica frase de "La vida es bella".

 BUENOS DÍAS PRINCESA, HE SOÑADO TODA LA NOCHE CONTIGO.





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